"En Chile se enseña a matar, es necesario matar la vida, para que practiquen los asesinos de ayer, del presente y los futuros asesinos del mañana."
En la escuela primaria se nos enseña a torturar traspasando el cuerpo de un insecto con un alfiler prolongando su agonía por días enteros y se promueve además, el tráfico de la muerte en insectarios. Muchos de estos insectos, han desaparecidos de nuestro entorno. Ya no escuchamos el canto de la cigarra, ni observamos la belleza de la madre de la culebra. Serán solo historia como tantos otros animales.
En el liceo se nos enseña a descuartizar una rata, una por alumno para crear un mercado de la muerte y la tortura justificándole con el conocimiento adquirido ante la vivencia del acto de matar por matar.
En la universidad, como estudiante de Biología jamás entendí la necesidad de matar decenas de gatos, perros y otros animales para obtener una nota.
Como hijo de un militar, no pude entender el comportamientos de los compañeros de mi padre en el centro de torturas de Villa Grimaldi y no pude darle tampoco una respuesta a mi hijo, que le ayudara a entender nuestra horrorosa vivencia allí. Partió para no volver.
Hoy a los 50 años me doy cuenta que este aprendizaje está inserto en un plan macabro, un plan para enseñar a matar la vida. Para preparar los asesinos necesarios que utilizará esta sociedad egoísta y cruel, para eliminar a los descontentos, para que vivamos bajo el terror permanente, para amenazar a los diferentes, a los no socializados. Para transformarnos en esclavos sin capacidad de reaccionar.
Esta es la Cultura de la Muerte y nuestra triste y enferma sociedad es su resultado.
En la escuela primaria se nos enseña a torturar traspasando el cuerpo de un insecto con un alfiler prolongando su agonía por días enteros y se promueve además, el tráfico de la muerte en insectarios. Muchos de estos insectos, han desaparecidos de nuestro entorno. Ya no escuchamos el canto de la cigarra, ni observamos la belleza de la madre de la culebra. Serán solo historia como tantos otros animales.
En el liceo se nos enseña a descuartizar una rata, una por alumno para crear un mercado de la muerte y la tortura justificándole con el conocimiento adquirido ante la vivencia del acto de matar por matar.
En la universidad, como estudiante de Biología jamás entendí la necesidad de matar decenas de gatos, perros y otros animales para obtener una nota.
Como hijo de un militar, no pude entender el comportamientos de los compañeros de mi padre en el centro de torturas de Villa Grimaldi y no pude darle tampoco una respuesta a mi hijo, que le ayudara a entender nuestra horrorosa vivencia allí. Partió para no volver.
Hoy a los 50 años me doy cuenta que este aprendizaje está inserto en un plan macabro, un plan para enseñar a matar la vida. Para preparar los asesinos necesarios que utilizará esta sociedad egoísta y cruel, para eliminar a los descontentos, para que vivamos bajo el terror permanente, para amenazar a los diferentes, a los no socializados. Para transformarnos en esclavos sin capacidad de reaccionar.
Esta es la Cultura de la Muerte y nuestra triste y enferma sociedad es su resultado.
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